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Está claro que conforme surjan nuevas y más complejas
tecnologías, el país va a requerir a los técnicos más
calicados e innovadores, esos que “aprenden haciendo”
a través de un proceso entretenido y retador, en el que
siempre encuentran apoyo y orientación por parte de los
expertos.
El otro factor de éxito de la Pirámide de Flujo de
Conocimiento, PFC, como modelo de educación técnica, es
que acelera la transformación productiva de las empresas
(generalmente renuentes al cambio), a través de la oportuna
articulación entre colegios técnicos, la universidad y las
empresas. Su alineación logra hacer realidad aquel ideal de
que las empresas cuenten con técnicos jóvenes ya formados
que estén en condiciones de entender mejor la aplicación
y gestión de esa avalancha de distintas tecnologías que
llegan a los sectores productivos y a los mercados.
Este modelo permite formar ese técnico que rápidamente se
convertirá en el “internal champion”, capaz de demostrar
que con el nuevo software se puede producir resultados
10 veces más rápido y le mostrará a los tomadores de
decisiones, una efectividad hasta ahora desconocida por
ellos. A la vez, genera un vigoroso efecto dominó ya que el
resto de compañeros, al ver los resultados de ese “internal
champion”, querrán emularlo, conformando rápidamente
una masa crítica que será el motor de la transformación
productiva de la empresa y de paso mejora la educación
técnica, algo impostergable en tiempos de la Cuarta
Revolución Industrial.
Este nuevo escenario hace que de inmediato el empresario
aspire a tener ya no un “internal champion” sino 10,
convencido de que eso elevará la productividad de su
empresa en tiempos complejos y de altísima competitividad.
Con la PFC gana el estudiante, gana la empresa y gana el
país.
Ahí es donde yo veo que la PFC es a la vez y sobre todo
un método para la rápida transformación productiva de
las empresas, disparando su productividad pero también
la competitividad del país. Y lo logra al revolucionar
la educación técnica. Es la forma de tener gente mejor
calicada que constituye el motor de cambio en las
empresas.
La PFC tiene muchas similitudes con lo que se conoce
como Educación Dual y también con lo que se denomina
Formación Basada en Proyectos. Sin embargo, la gran
diferencia estriba en que mientras que aquellos aprenden
con “lo que ya se conoce”, en la PFC se trata de “crear y
de innovar con lo que viene”; valga aclarar que en todo el
proceso el protagonista es el estudiante, porque asimila 5
veces más rápido el conocimiento que un profesional ya
maduro que este trabajando en la empresa. Yo lo comparo
al aprendizaje de un idioma, si se quiere tener personas
que hablen perfectamente otra lengua, hay que enseñarles
cuando aun son jóvenes. Lo mismo ocurre con las nuevas
tecnologías de ingeniería, porque los ingenieros utilizan un
lenguaje gráco para comunicar sus ideas y la introducción
de la informática, permite crear sistemas de información
que usan modelos tridimensionales para representar las
máquinas y edicios que se van a construir o mantener.
Esto implica una forma diferente de hacer las cosas y
resolver los problemas de ingeniería, que requiere entrenar
los jóvenes desde la escuela, para lograr un dominio
experto de estas nuevas herramientas.
La PFC se trata de un método que opera al revés, ya que
impacta al proceso educativo pero desde la transformación
productiva de las empresas, desde el punto de vista de las
empresas y no de la universidad o del colegio vocacional.
Promueve la formación de técnicos que puedan tropicalizar
los conceptos y herramientas a nuestra realidad, que sean
técnicos pensantes, que desarrollen el pensamiento crítico
necesario de resolver problemas bajo presión. Que tengan
el conocimiento y que sepan utilizarlo.
4. Resultados
Para ilustrar el impacto que tiene la Pirámide de Flujo de
Conocimiento en la educación técnica y en la transformación
productiva de las empresas, he seleccionado el trabajo de
dos consultores/profesores que aplican este método con sus
estudiantes de las carreras de Ingeniería Electromecánica
de la Universidad Fidélitas, considerada la universidad
privada con mayor oferta en ingenierías en Costa Rica. Se
trata de Luis Chavarría y Emmanuel Coto.
Para Chavarría, el principal diferenciador en el modelo de
enseñanza profesor/consultor, es la orientación que se da
a los estudiantes enfocada directamente en la resolución
de problemas reales y con tecnología de punta. Se pasa
de un modelo teórico en el cual solo se repite una clase
magistral, a un modelo pragmático de involucramiento,
empoderamiento y de co-creación. Aquí la obtención de una
nota de calicación es el último de los resultados esperados.
Este consultor ha podido constatar de manera reiterada,
que al enfrentarse los estudiantes a problemas reales y
cercanos, escogidos por ellos mismos y validados por el
profesor, los jóvenes se apoderan del problema, y quizás
más importante aún, se motivan, y le dedican más tiempo
a la clase de lo que normalmente harían. Incluso, muchas
de las ideas son identicadas por los mismos estudiantes
como proyectos candidatos a la formulación de modelos de
negocio, dando pie a un verdadero esquema de aprendizaje
e innovación que deriva más temprano que tarde en una
cultura de emprendedurismo que sin duda dinamiza la
economía de los países.
Entre los muchos casos de éxito que han cosechado los
grupos de estudiantes de Chavarría, destacan los siguientes:
un sistema de reanimación cardiopulmonar “RCP”
automático que permite una aplicación de la maniobra
controlada, continua y precisa hasta que se permita la
estabilización del paciente.
Revista Fidélitas
׀ Vol.1 (1) ׀ Mayo 2020