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Revista Fidélitas
׀ Vol.1 (2) ׀ Octubre 2020
tecnología tendrá incidencia en todos ellos, desde la vida
personal, la familiar, las relaciones laborales, sociales, y
cualquier otra que se pueda suponer en este momento.
Y es que la tecnología es más que computadoras, sistemas
y elementos cyberfísicos; sino que se reere a cambios en
la cultura y en la conguración de cómo se comportarán
las personas y sus organizaciones en ese nuevo entorno; de
manera que la forma de interactuar entre las personas, las
organizaciones y con las cosas, transmutarán en un nuevo
escenario.
Estos cambios afectan a las personas desde su formación, por
lo que, cada vez, se verán seres humanos más digitalizados,
más dependientes de los cambios tecnológicos, más
envueltos en una metamorfosis constante y que, en el futuro
cercano, las relaciones entre personas, organizaciones y
en sociedad en general, serán diferentes de lo que hemos
conocido hasta el día de hoy. Los cambios serán parte de la
cotidianeidad y se debe aprender a convivir con ellos, sus
virtudes, sus riesgos y nuestra capacidad de adaptación.
Las personas más capacitadas hoy día para enfrentar este
cambio son las generaciones que se han denominado como
centennials y millennials, quienes, de acuerdo con el diario
digital El Economista (2019) a partir de un estudio del
Centro de Investigaciones Pew de Washington D.C., serán
en los próximos, el 75% de la Población Económicamente
Activa (PEA). Esta tesis la conrman otras organizaciones
como la revista Estrategia y Negocios (2019), a partir de
un estudio realizado por la consultora Deloitte o la revista
El Universo de Ecuador (2019), para un estudio llevado
a cabo para la población de su país, lo que demuestra
que estos cambios generacionales en el mercado laboral,
poseen tendencias globales. De manera que los cambios
en el diseño de procesos, productos y servicios, deben
asegurar que contengan componentes tecnológicos y de
comunicación que les simpliquen su vida diaria, según
explica la Consultora Unimer y Kolby (2019).
Es decir, la conformación de las propuestas de valor
que diseñen las organizaciones, sean bancarias o no,
demandarán que su composición contenga elementos
tecnológicos que se ajusten a la nueva realidad de las
personas y las organizaciones, donde la tecnología debe ser
un elemento básico de la construcción de los productos,
servicios y procesos.
Por su parte, Michio Kaku (2015, p.408) indica que, “quien
no domine el último grito en ciencia y tecnología, tiene que
saber que sus competidores si lo harán”. De esta forma,
la evolución y adopción de la tecnología en los procesos
empresariales no es una opción, sino, un elemento para la
sobrevivencia en el mundo de los negocios.
Las barreras de entrada a este mercado, están cediendo y
otro tipo de contendientes quiere apoderarse del mercado
nanciero, empresas conocidas como las Financieras
Tecnológicas (Fintech) que son más pequeñas, más
exibles, rápidas y con costos mucho más bajos; entran
a competir en el mercado nanciero con productos más
sencillos, baratos y con un mayor enfoque en el cliente
según indica el Banco BBVA en un artículo publicado el
año 2019 en su sitio web.
También, aparecen en este escenario competitivo, empresas
como Apple, Facebook, Baidú, Alí Baba, Amazon, entre
otras; que al igual que las Fintech, se han planteado entrar
en el mercado nanciero con productos basados en sus
competencias centrales. Así, por ejemplo, Amazon y
Facebook están en proceso o ya han ingresado al mercado
nanciero con productos y servicios muy especícos
(Felaban, 2018).
Estos cambios deben estar guiados por varios elementos
clave, como el conocimiento de la tecnología, su uso y
explotación; el entendimiento de los clientes y el diseño
de productos y servicios con un enfoque en la satisfacción
de las necesidades de las personas bajo un método
sistematizado y ajustado a los cambios del entorno.
Sin duda, la capacidad organizacional de los bancos para
integrar y constituir un marco de acción que les permita
conjugar todos estos elementos, es un gran desafío.
La integración sistémica de ellos, es lo que las
organizaciones deben entender como un modelo de
negocios. Es decir, la integración de una serie de piezas,
con el objeto de facilitar el cumplimiento de los objetivos
de la organización.
De este enfoque sistémico, depende la capacidad
organizacional de mantener la competitividad; los cambios
en la población laboral, competidores no tradicionales,
aunado a la rivalidad creciente dentro del mercado, es
cada vez más complejo alcanzar ese tipo de enfoque, aún
más cuando se deben integrar elementos provistos en el
marco de la cuarta revolución industrial, especícamente,
aquellos orientados a la transformación digital, como el big
data, inteligencia articial, ciberseguridad y otros.
Por ejemplo, para autores como Peña y Cabezas (2015,)
la transformación digital, vista como un proceso de
cambio, implica que “se debe considerar la integración
de tecnologías, conocimientos y procesos esenciales que
conduzcan a una diferenciación que provea la oportunidad
de incrementar la participación en los mercados con
menores costos y mayor productividad”.
Sin embargo, para algunas organizaciones bancarias,
el tema, aparentemente no se ha abordado aún en la
dimensión que los requiere, la planicación y la visión de
la tecnología, parecen no haberse abordado integralmente
y el apetito por los resultados económicos. La Federación
Latinoamericana de Bancos FELABAN (2018) en su
informe sobre los servicios nancieros digitales en América
Latina, señalaron que: