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Revista Fidélitas
׀ Vol.1 (2) ׀ Octubre 2020
Diversos autores (Kotler, P. Kartajaya & H. Setiawa,
2010; Porter, M. & Kramer, M., 2011; Nightingale, D. &
Srinivasan, J., 2011) ponen de maniesto la importancia
de centrarse en los grupos de interés y de satisfacerlos
plenamente para que quieran continuar colaborando con
las empresas. James Moore (1996) enfatiza aún más que
los grupos de interés son parte del propio ecosistema de
la empresa, y no es posible evolucionar sino es a través
de la co-evolución, esta sólo se da como resultado de la
cooperación, así el Modelo de Integración de Ecosistemas
(Tedesco, M. S., 2019) muestra la relación entre el
ecosistema económico el cual contiene a las empresas,
y los otros ecosistemas por los cuales está contenido
el mismo, así entonces no se puede encontrar equilibrio
en el desarrollo sostenible de cada uno de estos sin
comprender las necesidades reales de los grupos de interés
y satisfacerlas. Por lo tanto, las empresas deben existir para
satisfacer las necesidades de la sociedad y la de todos los
grupos de interés contenidos en el ecosistema.
La razón por la cual las regulaciones ambientales,
laborales y sociales nunca serán sucientes para alcanzar
equilibrio entre los ecosistemas y mucho menos para
pensar en el desarrollo sostenible de estos, parece deberse
a no ser posible garantizar la sostenibilidad económica,
social y ecológica, mientras el centro de la estrategia del
negocio, su razón de ser, sea construir valor para cada uno
de los grupos de interés. Esto signica: la única forma
aceptable de tener ganancias es empezando por satisfacer
las necesidades de los grupos de interés más importantes
quienes por consecuencia de impacto, son la sociedad y sus
individuos, sin olvidar que sus necesidades no se limitan al
producto el cual desean consumir, sino a sus necesidades
completas. Pues las personas no son solo consumidores,
sino personas completas, en su mayoría, desean que el
mundo sea un lugar mejor (Kotler, P., Kartajaya, H. &
Setiawan, I., 2010).
Desde el punto de vista estratégico, la evidencia señala,
los planes de todo negocio deberían ser orientados en
esa dirección. De tal forma no sólo se produzca dinero,
también se asegure la sostenibilidad de la compañía en
el largo plazo. La teoría del derrame, la idea de que la
empresa cumple una función social sólo por dar empleo,
la entidad como un ente aislado de la sociedad, el consumo
y la generación de riqueza como fuente de desarrollo, no
resisten el contraste con la evidencia empírica.
La responsabilidad fundamental para los estrategas y
líderes de las organizaciones es identicar y analizar
las necesidades de sus grupos de interés, con el n de
desarrollar planes que las satisfagan. Una reexión la cual
lleva a una tarea. No sólo los líderes de la organización
deben compartir este concepto fundamental, también las
personas quienes colaboran en ella.
Si bien desde hace ya algunos años se plantea la necesidad
de un tipo de empresa social (Alvord, S., Brown, D. &
Letts, C., 2002; Harding, R., 2004; Austin, J., Stevenson,
H. & Wei-Skillern, J., 2006; Chell, E., 2007, Cochran,
P., 2007; Dorado, S., 2006; Yunnus, M., 2010; Latapí
Agudelo, M.A., Jóhannsdóttir, L. & Davídsdóttir, B., 2019)
que conviva con las empresas como tradicionalmente se
conocen con el n de aliviar el daño colateral que estas
produce, la situación actual requiere de un enfoque
disruptivo, todas las empresas deben ser eminentemente
sociales, parece ser la única vía para reducir al mínimo
el costo social, encontrar soluciones a la pobreza, la
desigualdad y la afectación ecológica sufrida por el planeta
en pos del desarrollo sostenible.
Una vez se comprende la verdadera naturaleza de la
empresa en el contexto actual, queda entonces redenir
claramente el concepto del para qué existe la empresa
individual, la fundada por cada emprendedor, entendiendo
claramente su razón de existir en su comunidad, en su
mercado, en su sociedad, esto es su propósito.
El propósito de la corporación debe redenirse como
la creación de valor compartido, no solo el benecio
económico per se. Esto impulsará la próxima ola de
innovación y crecimiento de la productividad en la
economía global. (Porter, M. & Kramer, M., 2011)
A partir del postulado anterior sobre la denición del
propósito de las empresas, se puede analizar y concluir
también que si bien hoy se entiende a la empresa/
emprendimiento social, como un subconjunto de
empresas fuera de la entidad tradicional, observando las
consecuencias en el contexto global a casi 100 años de
los postulados de Coase, y con un nuevo entendimiento
sobre la necesidad de redenir la verdadera naturaleza
de la organización, en el futuro no tendría por qué haber
esta distinción, pues todas las nuevas empresas deberían
nacer siendo empresas sociales, con modelos de negocio
centrado en las ganancias sociales como base para la
rentabilidad económica, y permitan un crecimiento
sostenido y sostenible del desarrollo económico y social de
las naciones, y con la esperanza de detener y restaurar el
daño hecho al ecosistema más importante, la Tierra.
5. Referencias
Alvord, S., Brown, D. y Letts, C. (2002). Social entrepreneurship
and social transformation: an exploratory study. (Hauser
Center for Nonprot Organizations Working Paper No.
15). Disponible en: http://papers.ssrn.com/sol3/pa- pers.
cfm?abstract_id=354082
Austin, J., Stevenson, H. y Wei-Skillern, J. (2006, enero). Social
and Commercial Entrepreneurship: Same, Different, or
Both? Entrepreneurship: Theory & Practice, 30 (1), 1-22.
Basuchoudhary, A. Daron Acemoglu and James A. Robinson:
Why nations fail: the origins of power, prosperity, and
poverty. Public Choice 159, 317–320 (2014). https://doi.
org/10.1007/s11127-013-0148-9