
Revista Fidélitas ׀ Vol.2 (2) ׀ Noviembre 2021 34
Todo este proceso se ejecuta en virtud de los denominados
Objetivos del desarrollo sostenible de la ONU. Para la
entidad internacional, deben alcanzarse metas plausibles
que fomenten y aporten a los niños y las niñas condiciones
propicias basadas en modelos de desarrollo igualitario y
universal. Por esta vía, los países deben alcanzar para 2030
una equidad contundente y realista, a partir del alcance de
objetivos particulares.
Desarrollo humano y sexualidad en Uganda
Uganda es el hogar de un número grande y diverso
de grupos étnicos y lingüísticos. El más grande es el
Baganda, que representa el 16.5% de la población y reside
principalmente en la región centro sur del país (Uganda
Bureau of Statistics, 2016, p. 20). El segundo grupo étnico
más grande es el Banyankole, que ocupa casi el 9.6% de
la población y reside principalmente en la región suroeste
(Uganda Bureau of Statistics, 2016, p. 20). Al menos otros
30 grupos étnicos distintos ocupan Uganda, lo que permite
tanto la diversidad como el conicto (Wyrod, 2008).
El gobierno de este país constituye uno de los regímenes
autoritarios más particulares del este de África. Expone
un modelo mixto parlamentario democrático, en el que
trata de jugar con parámetros democráticos, aunque se
mantienen prácticas profundamente represoras y ajenas al
desarrollo de las libertades y los derechos humanos. Como
expone Ali Mari Tripp en Musevin’s Uganda: Paradoxes of
Power in a Hybrid Regime:
“Realidades duales de la democracia parcial
y autoritarismo parcial existen en tensión
constante en un contexto semiautoritario. Las
paradojas del régimen de Museveni son, por
lo tanto, típicas de los dilemas a los que se
enfrentan los regímenes híbridos pobres, que
no son totalmente democráticos ni plenamente
autoritarios (Trip, 2018, p. 6). “
La muestra de esta tensión se suele desarrollar a partir
de una constante pugna entre sectores de la prensa y de
la propia sociedad civil, que anhela un mejor modelo de
desarrollo (Tripp, 2018, p.5).
A nivel de desarrollo humano, los índices suelen ser
poco esperanzadores, siendo la salud y la educación,
algunos de los tópicos más lesionados. De acá que sus
indicadores resulten extraños en el mundo contemporáneo,
por ejemplo, la tasa de fertilidad. Uganda presenta una de
las más altas del mundo, con casi 6 hijos por cada madre
(Uganda Bureau of Statistics, 2016).
La mortalidad debido a VIH/SIDA es llamativa y también
inuye en la estructura de la población (BakamNume, 2010,
p.113). Desde la aplicación de los programas religiosos,
y la abstinencia como único método anticonceptivo,
el número de personas que viven con el VIH/SIDA ha
aumentado signicativamente (Cohen & Tate, 2005, p.
174). Asimismo, madres y niños mueren durante el parto
porque los esposos no les dan permiso para ir al hospital
para dar a luz. Otras ramicaciones incluyen una apatía o
duda para poner a las niñas en la escuela, creyendo que su
papel principal es para el parto y el cuidado de los niños.
Este ideal masculino de ser el proveedor también se ha
atribuido a los niños que abandonan la educación primaria
o secundaria con el n de iniciar pequeñas empresas o
trabajar en empresas debido al valor social que se le da a
un hombre que gana dinero (Wyrod, 2008).
Un aspecto alarmante es el que remite a la predicción para
el crecimiento poblacional. Se espera que los ugandeses
dupliquen la misma cada 24 años (BakamNume, 2010, p.114).
Según el Censo de Población y Vivienda de Uganda de 2002,
la población total era de 24.7 millones y se espera que sea de
48 millones en 2025 y de 84.1 millones en 2050. Este rápido
crecimiento de 3.4% por año se debe en gran parte a la alta
tasa de fertilidad en el país, que entra en olas poblacionales al
repetirse esta constante (BakamNume, 2010, p. 114).
Lógicamente se trata de un país pobre, basado en la
agricultura. Su producto sobresaliente es el café, del
cual es el segundo productor en África (BakamNume,
2010, p.110). Dentro del sector agrícola, que representa
aproximadamente el 40% del PIB del país, hay muchas
mujeres trabajadoras (Elilis, Manuel & Blackden, 2006,
p.27-37). El 76% de las mujeres trabaja en el sector agrícola
y aproximadamente el 66% de los hombres lo hacen, y las
mujeres prevén el 80% de los cultivos alimentarios y el
60% de las exportaciones tradicionales, como el café o el
té (Snyder, 2000, p.5-6).
Gran parte de la cultura de Uganda se centra en la religión.
Casi todos los ugandeses son religiosos, siendo el cristianismo
la fe más común. El Consenso nacional de población y
vivienda de 2014 encontró que más del 84 por ciento de la
población era cristiana y el 14 por ciento de la población era
musulmana (Uganda Bureau of Statistics, 2016, p. 13). El
estudio también mostró que la Iglesia Católica Romana tenía
el 39.3 por ciento de la población total, seguida de la Iglesia
Anglicana de Uganda con un 32 por ciento. Pentecostales,
Evangélicos, Adventistas del Séptimo Día y Bautistas
también se encuentran en comunidades de Uganda (Uganda
Bureau of Statistics, 2016, p.19).
Al igual que muchos países en desarrollo, la religión no
sólo es generalizada, sino que también es fundamental
para las comunidades y la vida cotidiana. El 93% de los
ugandeses cree que la religión es importante para su vida
cotidiana (Crabtree, 2015, p. 113).
Esto signica que es imposible entender las comunidades
ugandesas sin una comprensión del papel de las religiones
en las comunidades. En los últimos dos siglos, las
relaciones entre las comunidades protestantes, católicas
y musulmanas en Uganda han estado marcadas por la
competencia y la desconanza más que por la cooperación
(Hoekema, 2019, p. 77).